sábado, octubre 12, 2024

Propuesta relativa a la convocación de la Conferencia. Carta del Presidente de los Estados Unidos de América dirigida a los Presidentes de las otras Repúblicas americanas. Wáshington, 30 de enero de 1936 (Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz – BUENOS AIRES, 1936)

CARTA DEL PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA DIRIGIDA A LOS PRESIDENTES DE LAS OTRAS REPÚBLICAS AMERICANAS

La Casa Blanca Wáshingtom, 30 de enero de 1936

Excelentísimo Señor Presidente:

El acuerdo logrado entre los gobiernos de Bolivia y Paraguay con respecto a los protocolos de paz recientemente negociados en Buenos Aires, ha dado al gobierno y al pueblo de los Estados Unidos máxima satisfacción, pues ha traído la esperanza de que hay en la actualidad muy buenas perspectivas para que se llegue a una solución equitativa y permanente de esa trágica controversia, que se prolongó por tanto tiempo y que fue causa del sacrificio de tantas vidas, gravando al mismo tiempo con enorme carga de egresos a los ciudadanos de las dos naciones beligerantes. Sé perfectamente con cuán íntima preocupación el gobierno y el pueblo de la Argentina han seguido los acontecimientos relacionados con esas hostilidades, y el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos- comparten plenamente con ellos la dicha que han experimentado de ver terminado el conflicto.

Yo acaricio la sincera convicción de que ha llegado el momento en que las Repúblicas americanas, por conducto de los representantes que designen, reunidos en mesa común de consejo, aprovechen esta muy favorable oportunidad para estudiar la responsabilidad que recae sobre ellos en conjunto, y la necesidad común de hacer menos probable en el futuro un rompimiento o continuación de hostilidades entre ellas, seguros de que al hacerlo así prestarán servicios eminentemente prácticos a la causa de la paz permanente en el Continente Occidental. Si pudiera considerarse que la tragedia del Chaco ha servido para fines de utilidad, creo que esos fines estarán en nuestro proposito general de aprovechar la experiencia adquirida y desarrollar nuestros esfuerzos en común para protegernos contra la repetición de desastres como ese en la América.

Por estas razones me ha parecido que los Gobiernos americanos acogerían favorablemente la sugestión de que se convoque una conferencia interamericana extraordinaria para que se reúna en fecha próxima en la ciudad de Buenos Aires, si así lo desea el gobierno de la República Argentina, o si no en alguna otra capital de este continente, para determinar en qué forma podrá protegerse mejor el mantenimiento de la paz entre las Repúblicas americanas, si por medio de una pronta ratificación de todos los instrumentos de paz interamericanos ya negociados o mediante algunas modificaciones o reformas a dichos instrumentos tomando en cuenta lo que la experiencia ha demostrado como muy necesario, o bien creando de común acuerdo nuevos instrumentos de paz para agregarlos a los ya formulados.

Más aún, estas medidas serían en pro de la paz mundial, puesto que los arreglos que pudieran lograrse servirían para complementar y reforzar los intentos de la Liga de las Naciones y de todas las demás instituciones de paz existentes o futuras, cuando traten de impedir la guerra.

Con la terminación de la guerra en el Chaco y con el restablecimiento de la paz en todo el continente, parece que se ha presentado una oportunidad de lograr consejo valioso entre nuestros respectivos Gobiernos, oportunidad que posiblemente no volverá pronto a presentarse. Como los abnegados esfuerzos de Vuestra Excelencia en pro de la conservación de la paz en las Repúblicas americanas son bien conocidos, me agradaría sobremanera conocer el punto de vista de Vuestra Excelencia sobre este particular y saber si en vuestra opinión esta conferencia extraordinaria de las naciones de este continente podría o no traer resultados benéficos.

Me dirijo personalmente a Vuestra Excelencia, en vez de hacerlo por los acostumbrados conductos diplomáticos, porque en mi concepto estas cuestiones son de tan vital importancia para los pueblos de este continente que justifican un intercambio personal de opiniones entre los Presidentes de las Repúblicas americanas.

Reitero a Vuestra Excelencia los sentimientos de mi más distinguida consideración.

Franklin D. Roosbvelt

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