jueves, abril 25, 2024

Invitación del Gobierno del Perú a las Repúblicas americanas a hacerse representar en la Octava Conferencia Internacional Americana de Lima (Octava Conferencia Internacional Americana, Lima – 1938)

Lima, 2 de agosto de 1938

Señor Ministro: Designada en diciembre de 1933 la ciudad de Lima, como sede de la Octava Conferencia Internacional Americana, y aprobado el 1o. de junio último el Programa de sus sesiones, tengo la honra de invitar al Gobierno de Vuestra Excelencia a hacerse representar en el certamen que se inaugurará en esta capital el 9 de diciembre próximo.

Los graves problemas que agitan hoy al mundo y comprometen su seguridad, requieren, ciertamente, que las naciones de América, unidas por un ideal corniln, robustezcan sus lazos tradicionales, y se esfuercen por crear nuevos vínculos solidarios que sirvan para protegerlas del peligro de la guerra entre ellas y para resguardarlas de toda amenaza de propagación a su suelo de conflictos extracontinentales.

Con esta mira, la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz de Buenos Aires promulgó principios y normas de política internacional que el derecho público de los Estados va incorporando progresivamente al cuerpo de su legislación y que tienden a dar una singular y eficaz estructura a las relaciones entre los países de este Hemisferio.

Pero el vigoroso ritmo de nuestra vida americana, cada vez más intensa y rica en contenido, demanda que los progresos alcanzados en el sentido de la organización de la paz se afirmen con la creación de nuevos instrumentos de general utilidad, y que se renueven aquellos viejos ideales que traducen nuestra inquebrantable adhesión a los postulados de justicia.

De ahí que la Agenda de la Octava Conferencia Internacional Americana considere, a la vez que la necesidad de garantizar el mantenimiento de una convivencia pacífica continental, el estudio de trascendentales cuestiones de carácter político, jurídico y económico que la hora actual plantea en términos urgentes, acaso angustiosos. La simple enumeración de los temas que deberán discutirse en Lima y que son ya del dominio de Vuestra Excelencia, bastaría para dar relieve a la Asamblea de diciembre, si es que su real y más alta significación no hubiera de buscarse en el hecho mismo de la reunión dé genuinos personeros de todo el continente, congregados para orientar, con ocasión de esta nueva cita fraterna, sus aspiraciones de cordial entendimiento.

Tenemos también un elevado deber que cumplir con todos los hombres y todos los pueblos que viven más allá de nuestras comunes fronteras. Representando a un continente que avisora el porvenir libre de odios y antagonismos perturbadores y ajeno a todo espíritu de dañosa emulación, el exhibirlo en la plenitud de su unidad moral, es ofrecer a los demás un estímulo de sugeridora idealidad. Cuando la concepción americana de una sociedad internacional fundada en el respeto a soberanías independientes e iguales y en la devoción a impulsos superiores de fraternidad, llegue a todas las almas, habrá derecho a esperar días mejores para la humanidad.

Innecesario sería que tratase de encarecer al ilustrado criterio de Vuestra Excelencia la importancia de que el Gobierno de se halle debidamente representado en la Conferencia de Lima. El Perú sabe cuán valioso ha de ser el aporte que los Plenipotenciarios de esa Nación amiga brindarán al espíritu de América, y promete por mi conducto a Vuestra Excelencia su más leal y decidida colaboración, en la certidumbre de que si el Gobierno peruano nada podrá añadir al brillo de la reunión, librado por entero a las altas dotes de sus distinguidos invitados, sabrá reflejar, en cambio, la pureza de sus sentimientos americanistas y la sinceridad de su afán de retribuir el insigne honor que recibe albergando a sus eminentes huéspedes en un ambiente de auténtica y cordial hospitalidad.

Le ofrezco, señor Ministro, las seguridades de mi más alta y distinguida consideración.

Carlos Concha

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