jueves, abril 25, 2024

Demarcación de Límites en la America Colonial (España y Portugal)

NOTICIA HISTÓRICA

Los trabajos de los primeros demarcadores fueron inmensos, y si no pueden eclipsar los que se emprendieron despues, tienen el mérito de haberlos preparado, dejando muchos e importantes materiales para perfeccionarlos.

Ántes de la mitad del siglo pasado, ninguna tentativa se habia hecho para reconocer la frontera interior de los dominios españoles y portugueses en el Nuevo Mundo; y en los largos debates sobre la dirección que debia darse al meridiano de demarcación, los negociadores torturaban el sentido de la famosa bula de Alejandro VI, para hallar lo que mas favorecía las miras particulares de sus coronas, que se limitaban entónces a la posesión de las Molucas. La geografía, que aun no contaba con el auxilio de los viajeros, ni con la cooperación de los astrónomos, era explotada académicamente por los sabios, que buscaban sus datos en los historiadores y poetas.

La imperfección de este método se ocultaba bajo el lujo de una erudición clásica, y solo empezó a manifestarse en las descripciones parciales de América, tan escasa de monumentos y tradiciones para fundar conjeturas. Los misioneros, cuyas obras hubieran podido arrojar alguna luz sobre la topografía de estas regiones, no inspiraban confianza, por la facilidad con que divulgaban las especies mas absurdas y ridiculas. Sea que concentrasen su atención en la instrucción de sus neófitos, sea que, entregados a los estudios de humanidad, desdeñasen los demas ramos del saber, lo cierto es que no tomaron parte alguna en los progresos que al principio de la pasada centuria empezaron a hacer las ciencias naturales.

Esta indiferencia privó a los demarcadores de un poderoso auxilio. En cualquier otro país hubieran hecho acopio de globos y cartas para consultarlos; pero ¿dónde los hallarían los comisarios de 1750? Ningún trabajo de este género existia sobre el Paraguay, y los únicos mapas que habían publicado los Texeiras en el siglo xvn, eran tachados, no solo de inexactitud sino de falsedad, por la intención que se les suponía de haber querido favorecer las usurpaciones de los Portugueses.

Con esta falta de recursos se presentó el marques de Valdelírios a la ejecución de aquel tratado, teniendo sin embargo que encargar a sus colegas de ponerse en contacto con los misioneros para adquirir las noticias mas seguras del país: no quedando otro árbitro para orientarse en un territorio dilatado, donde la falta de comunicaciones imposibilitaba los reconocimientos, o cuando ménos los aislaba.

Estos obstáculos, y los que los comisarios portugueses oponían al buen éxito de la empresa, la malograron completamente; sin mas fruto para las ciencias que los trabajos preliminares de los demarcadores, que a nadie aprovecharon, por el empeño que se tuvo de ocultarlos.

Los ensayos que publicamos ahora pueden dar una idea de su importancia y del mérito personal de sus autores. Este mérito resaltaba mucho mas en los comisarios españoles por la lealtad con que desempeñaron su cargo; y entre ellos descuella D. Manuel A. de Flores, oficial distinguido de la real armaba y descendiente de una de las principales familias de Andalucía.

El estado de decadencia a que se halló reducida la marina española en el reinado de Fernando VI desalentaba a los jóvenes aspirantes, que preferian cualquier otro destino para acreditar su celo; y ninguno mas a propósito que la demarcación de límites proyectada en América, por la analogía de estos trabajos con los estudios náuticos: así es que Flóres miró como un premio la orden que le fué comunicada de acompañar al marques de Valdelirios en su misión del Rio de la Plata.

Puesto en frente de la partida demarcadora del Paraguay, en la que recaía todo el peso de esta vasta tarea, no solo por la desmembración que debia hacerse de una parte del territorio de Misiones, sino por las contestaciones a que daban lugar las usurpaciones de los Portugueses, el joven marino desplegó todos los talentos de un diplomático, dirigiendo con igual acierto la question política y las operaciones facultativas.

El documento que publicamos no es mas que un oficio de contestación, y sin embargo ¡cuántos datos nuevos, cuántas noticias importantes, cuántas ideas luminosas resaltan en cada página de este escrito! Algunos de sus párrafos contienen mas materiales para la historia de estos países que todas las demas obras juntas.

Los que versan sobre los primeros ensayos de población en Cuyabá, y la comunicación interior de las provincias litorales del Brasil con los establecimientos portugueses de Matogroso por el Tieté, no dejan nada que desear al lector mas descontentadizo, y en pocos renglones agotan la materia, por la claridad y el método con que la tratan.

En uno de estos artículos, el autor de la Carta anuncia otros trabajos, hechos o proyectados: entre ellos una Descripción de la provincia del Paraguay y su mapa. Por mayores que hayan sido nuestras diligencias, nos ha sido imposible descubrir estos documentos, y hemos perdido hasta la esperanza de encontrarlos.

Los trabajos de demarcación fueron mas bien suspendidos que terminados en 1760, y Flóres volvió a España para presenciar la humillación de la marina española en la guerra de 1761. Estos desastres lo alejaron para siempre de una carrera que habia abrazado con entusiasmo, y lo pusieron en otro camino, que lo llevó rápidamente a los honores y a la fortuna. Nombrado en 1775 virey de la Nueva Granada, ocupó este destino hasta el año de 1783, en que regresó a Europa para pasar poco despues a Méjico a reemplazar al conde de Gálvez en aquel vireinato. Reunía entonces los títulos de teniente general de la real armada, de comendador de la Lopera, en la orden de Santiago, y de gentilhombre de la cámara del rey.

Elevándose de este modo a las primeras dignidades de Estado, no trepidó en desprenderse del mando, para no estorbar el casamiento de uno de sus hijos con una riquísima Mejicana, cuyos enlaces eran prohibidos a los que pertenecían a familias influyentes en el país, por los cargos que ejercía alguno de sus miembros. Este hijo, conocido despues con el nombre de CasaFlóres, lo tuvo en Buenos Aires de una señora Gorrentina, con quien casó durante su morada en estas provincias (Pedro de Angelis, Colección de obras y documentos, etc).

CARTA DE FLÓRES

Muy señor mió,

1. Al tiempo de partir de la isla de Martin García a ejecutar la demarcación de la línea divisoria de límites entre las dos coronas de España y Portugal, desde el salto grande del Paraná hasta la boca del rio Jaurú, ademas de las instrucciones públicas que habían de servir en común con los Portugueses, mis correspondientes, me entregó V. S. una carta instructiva, con fecha 30 de mayo de 1753, que abraza várias órdenes del rey, y cuyo cumplimiento toca solamente a la partida de mi cargo.

Ahora que he concluido mi viaje es cuando puedo dará V.S. cuenta de él y satisfacer a las órdenes, así públicas como privadas de Su Majestad. Por el diario de la demarcación habrá visto Vuestra Señoría el modo conque procuré cumplir con las primeras, y por esto se enterará V. S. de los medios de que me valí para el cumplimiento de las segundas.

Para evitar confusion, me ha parecido vaciar el contexto de cada párrafo, y en su consecuencia la respuesta a cada uno de sus puntos: pero como hay algunos que solo sirven de prevención, para casos que podían suceder y no se verificaron, de cuyo número son los párrafos 5, 6 y 7, los pasaré en silencio por evitar lo prolijo y dilatado.

2. En el párrafo primero de la carta-instrucción secreta de S. M. en que manda, « que si la tropa que ha de llegar hasta la boca del Jaurú tuviese forma del que pasen algunos de mis súbditos a las minas de Cuyabá, bien sea por estar enfermos o con otro pretexto que no cause sospecha, procurarán los que pasen informarse por menor del número de Portugueses que allí habitan, riquezas de sus minas, calidades del terreno y frutas que produce. a cuya fin los instruirá el comisario principal de la tropa, encargándoles mucho el secreto y advirtiéndolos la sagacidad y arte con que han de portarse. »

3. Como esta averiguación pide el secreto, sagacidad y arte que ordena el artículo citado, desde que nos unimos las dos partidas para la demarcación, procuré, sin manifestar cuidado, sacar de los Portugueses las noticias que me parecían oportunas; aprovechándome de las muchas ocasiones que me proporcionó el espacio de cuatro meses que tardamos en llegar a la Asuncion, caminando y acampando siempre juntos, y tuve la precaución de apuntar lo que sacaba en limpio de ellas, para verificar por su conformidad las que me podían servir a formar idea.

Contribuyeron con prudencia y secreto a la misma adquisición, no solo en esta mas también en otras ocasiones, los dos oficiales cosmógrafos de S. M., don Atanasio Baranda y don Alonso Pacheco, a quienes sin descubrir las órdenes privadas que tenia, encargué como conveniente al acierto de nuestra comisión, el que procurasen por su parte indagar las noticias que pudiesen conducir al asunto. En la provincia del Paraguay, hallé varios Portugueses que, perseguidos de las justicias de San Pablo y Cuyabá por diferentes delitos, se habian avecindado en ella y algunos tenian mujeres e hijos nacidos en el Paraguay. De estos, con el semblante de curiosidad en saber los acaecimientos de sus vidas, me informaba, tomando las noticias que podían convenir a mi intento: y por ellos conocí desde luego lo distante que estaba Cuyabá del camino que debíamos hacer a la boca del Jaurú, y que no había allí otros médicos que unos ignorantes curanderos; de suerte que, en caso de enfermedad, léjos de ir nosotros a buscar auxilio en aquella villa, debían los de ella venir a solicitar su remedio en la buena disposición de cirujanos y botica que nosotros teníamos. Y siendo este pretexto el mas seguro, y aun el único que en aquella distancia podia dar lugar a enviar a ello algunos sugetos de mi partida, empecé a desconfiar de su logro y adquirir por otros caminos las noticias del temperamento, habitantes, minas, etc., de aquel país, que preveía no podría hacer reconocer por alguno individuo de la partida.

4. La venida en diez y nueve canoas portuguesas que, como verá V. S. en el diario de la demarcación, bajaron de Cuyabá con víveres para su partida, y se mantuvieron mes y medio en nuestra compañía, me facilitó la adquisición de lo que deseaba, y para hacerlo con seguridad, me encaminé a la ingenua confesión de mas de 150 hombres, entre Indios, mestizos, mulatos y negros, que vogaban en ellas, procurando no descubrir en mis conversaciones el cuidadoso deseo de averiguarlo interior del terreno, sino haciéndolas rodar como casuales, y propias de los dilatados caminos y mansiones que piden largo tiempo para concluirse. Las noticias que de estos adquiría, las confrontaba despues con mis apuntes secretos, y con las que oí al oficial que mandaba las canoas, en quien no conocí la mejor reserva, ni hallé, en cuanto me dijo, discordancia con lo que sabía por otros conductos.

Finalmente hallé suficientes materiales en un Italiano, llamado Juan Bautista Campani, de edad de 35 años, que habia estado en España, de donde pasó a Lisboa, y allí se acomodó con algunos Alemanes mineros que de aquella vinieron al Perú. Este se apartó de ellos, porque se frustró el fin de su viaje, con no hallar las minas de plata en cuya busca vinieron; y habiendo subido por el rio de la Madera a Matogroso, donde vivió dos años, pasó a Cuyabá donde estuvo mas de uno, y bajó en las canoas que vinieron a la boca del Jaurú: de aquí pasó al Paraguay, y al presente mora en estos contornos. La conformidad entre sí de estas noticias, indagadas con el mayor escrúpulo, preguntadas separadamente a tan diversos sugetos de tantas naciones, por varios modos, en diferentes tiempos, y confrontadas con las que habia adquirido en el Paraguay, y que ratifiqué dos años despues, me ha servido de fundamento para el juicio que expongo en la descripción siguiente.

5. Descripción geográfica de la Villa Real del Buen Jesus de Cuyabá; su territorio y minas. — El año de 1724, Pascal Moréira Cabral, natural de la villa de Sorocaba, junto a San Pablo, habiendo salido con una partida de gente a hacer sus correrías de Indios infieles, para venderlos en las minas generales (tráfico antiguo de estos moradores, a que dan el nombre de Malocas), descubrió en los arroyos que bañan las tierras, a la parte del poniente del rio Cuyabá, algunos granos pequeños de oro, y menudo polvo del mismo metal, con el que volvió a su país, dando noticias de su hallazgo y señas nada equívocas de la riqueza que prometia el terreno. La nueva de este descubrimiento movió a dos hermanos, Juan y Lorenzo Lenié, conocidos por famosos corsarios de indios y descubridores del campo, a emprender este viaje, llevando los aperos necesarios para la labor, y personas inteligentes para la cata o prueba de las nuevas minas: las que trabajaron por algún tiempo, y fueron sobradamente recompensadas con 1a. abundante copia que de este precioso metal les ministró pródiga la tierra. Volvieron contentos de su suerte a la ciudad de San Pablo de donde habían partido; pero hallaron en breve el último suplicio a que los condenó la justicia de la ciudad de Santos, en pena de enormes delitos que la prosperidad les hizo cometer. El mayor fué ahorcado y el menor muerto de un tiro en su prisión. Miguel Sutil, vecino de la jurisdicción de San Pablo, convencido de la riqueza de la tierra por el buen éxito de los dos viajes antecedentes, se resolvió a poblarla y establecerse en ella: para cuyo fin llevó gente y esclavos, provistos de los instrumentos propios a la labranza y beneficio de las minas y colocó sus ranchos en el mismo sitio que hoy ocupa la villa.

6. Finalmente Rodrigo César de Menéses obtuvo, por los años de 1729, facultad de formar una villa en aquel país, y a la fama de su riqueza acudieron varios Portugueses presentándose para pobladores con sus familias y esclavos.

Condújolos Menéses, en calidad de gobernador de la nueva población que iba a hacer; y luego que llegó reconociendo que el sitio que ocupaban los ranchos del Sutil era el mas acomodado para su fin, por la vecindad del rio Cuyabá, fundó en él, con los nuevamente venidos y con los ya establecidos, la villa con el título de Villa Real del Buen Jesus de Cuyabá. Repartió las tierras entre los moradores, las que se extendieron trabajando cada uno las minas del territorio que le tocó en parte; y siendo el provecho que estas dejaban mayor que el costo de su trabajo, acudieron otras gentes de San Pablo, lo que hizo muy cursado el camino de esta ciudad. Parece que a los nuevos habitadores, que vinieron despues de la repartición de las tierras vecinas al rio y arroyos inmediatos, llegó a faltar la comodidad, por la escasez de agua para los lavaderos: único modo que tienen de sacar el oro desperdiciado, el polvo menudo que queda en las bateas mezclado de tierra y que nosotros recogemos con azogue. Por esta causa se echaron a buscar hácia el oeste otros terrenos que no padeciesen esa falta, y hallaron el año de 1732 la sierra que hoy esta poblada con el nombre de Matogroso. Fué descubierta por varios, de quienes el principal era Fernández Antonio Abreu; se pobló inmediatamente como real de minas, y el año de 4734 se le puso por nombre San Francisco Javier de Matogroso. Entraron en la sierra del Paraguay, y en ella las cabeceras originales del rio de este nombre, que unido en la ciudad de Corriéntes al rio Paraná lo muda en el de este. Reconocieron también que las aguas de esta sierra se destacan al norte, van a formar el rio de los Arinos y otros, que desaguan en el celebrado Marañon o Amazonas. No fueron estos los únicos hallazgos que hicieron en la sierra: encontraron en los arroyos de sus vertientes que hacia la parte del sur van a formar el rio Paraguay, muestras de excelente oro y diamantes, de que dieron cuenta a su corte. Recibió esta con gusto la nueva de tan feliz descubrimiento, y empezó a coger el fruto de ellos en la parte de los quintos reales y en los derechos que dejan los géneros de comercio que conducen flotas.

7. Causa alguna extrañeza el ver que la vigilancia de la corte de Lisboa dejase por algunos años este rico y dilatado país, sin mas defensa que la que podían hacer unas milicias mal formadas de pocos blancos y mucha gente de casta; quedando impuestos a los intentos y justas pretensiones que podia formar nuestra corte sobre él, y mas siendo fronterizo a nuestras tierras, que pueblan los Indios Chiquitos y Moxos, y a las de Xerez y sus campos, en otros tiempos poblados y siempre transitados por los vecinos de la provincia del Paraguay.

No obstante se ve que no envió tropa ni pertrechos de guerra hasta el año de 1750, despues de concluido el tratado de límites. Es verosímil que esta lentitud, en cosa de tanta monta, fuese calculada a fin de no despertar la atención de nuestro ministerio, y con el ruido enviar oficiales y ministros para su defensa y gobierno: o ya porque fundase su seguridad en el silencio evitando el que llegase a nuestra noticia este ventajoso establecimiento, que no podia saberse por ningun Español, por no llegar estos en sus viajes, ni con muchas leguas, a estas tierras que creían seguras por estar ocultas; o ya porque en caso de que se llegasen a descubrir, la misma desatención las hiciese pasar por poco apreciables. Pero luego que el tratado de límites, concluido el año de 1750., les aseguró la posesión, pen9Ó la corte de Lisboa de un modo muy diferente. En el mismo año erigió en capitanías generales los tres puertos de Cuyabá, Matogroso y Sierra del Paraguay, con sus terrenos adyacentes, nombrando por capitán general al hidalgo D. Antonio Rollin de Moura, que se embarcó inmediatamente con una compañía de 80 hombres, y sus tres oficiales, capitán, teniente y alférez, con otros sugetos para varios empleos: llevó consigo quince piezas de artillería pequeñas, unas de cuatro libras de bala y las demas pedreros, municiones de guerra, herramientos, oficiales de albañil, carpinteros, etc. Estableció primero su morada en Cuyabá; pero conociendo que era mas necesaria su presencia en Matogroso, se trasladó a este: reconoció que el sitio era enfermizo y de malas calidades, por lo que, dejando las habitaciones de los mineros en la punta de la sierra donde están los beneficios, determinó formar una nueva población para residencia del capitán general y demas ministros, poniendo en Cuyabá un teniente del gobernador con el título de teniente general, como se usa en nuestros dominios. Fundó esta con el nombre de Villa Bella el año de 4752, en las tierras bajas, cerca del confluente o union de los rios Sarare y Guaporé, que unidos desaguan en el de la Madera.

8. El aliciente de los diamantes de que carecen Cuyabá y Matogroso, y goza la sierra del Paraguay, atraía a muchos de los vecinos de las otras poblaciones, que abandonando sus primeros establecimientos intentaban fijarse en ella: lo que obligó de prohibir se trabajase en esta sierra, poniendo para su custodia una guardia de un cabo y seis soldados europeos, la que aun se mantenía el año de 4753. Dista esta guardia de Cuyabá como 30 leguas.

9. La villa de Cuyabá está en 15° y 47’ de latitud austral, su longitud 320° y 7’ del meridiano de Tenerife, declinación de la aguja al norueste 9º 4′ Situámosla así respecto de nuestras observaciones hechas en la boca del Jaurú y curso del rio de Paraguay, sitios los mas inmediatos, adonde pudimos llegar, de aquella población; y valiéndonos también de las noticias itinerarias que adquirimos, juzgo que será corta y de ninguna

monta la diferencia a su verdadera posición. El término de la villa por la parte del este se extiende hasta los despoblados del camino real, que va de las minas generales a los Goyaces en el sur, fenece en los dilatados bañados que forman parte de la laguna de los Xaráyes y llegan a unirse con las del rio Tacuarí: por el oueste acaba en el rio Paraguay, y por el norte en la sierra de aquel nombre. En todo el terreno contenido en los dichos términos no hay mas población que las haciendas y beneficios pertenecientes a los vecinos de la villa, los que no se extienden a mas de veinte leguas en contorno de ella.

10. Está situada la villa en una suave loma, a un cuarto de legua del rio Cuyabá, que le dió su nombre; entre el fin de aquella y de este hay bañado. Sus casas, en número de 150, son bajas, reducidas y cubiertas de teja; forman tres calles, que corren casi de este a oeste: la del medio es mucho mas grande que las colaterales, y se comunican por medio de otras travesías. Es abierta sin cerco ni aun de estaquería; su artillería se reduce a ocho piezas entre pedreros y cañoncitos de cuatro libras de bala. Tiene una sola iglesia, servida por un vicario clérigo, a quien ayudan algunos religiosos franciscanos. El edificio, cuyas paredes son de adobe o ladrillo sin cocer y el techo de teja, es correspondiente al corto número de sus pobladores, que se reducen a quinientos blancos poco mas o ménos, y hasta mil hombres entre mestizos, mulatos, negros e Indios esclavos. De estas castas y de los blancos hay formados cuerpos de milicia, bien armados de escopetas, cuchillos de monte y algunas espadas éntrelos últimos. Está muy introducido el uso del puñal ancho o rejón, arma traidora que carga todo hombre, y que es causa de desgracias en muertes y heridas frecuentes, a que da lugar la facilidad de ejecutarlas.

11. Los Portugueses tienen por amigos a los Indios Buroros, nación valiente, que repartida en pequeñas porciones ocupa los términos de Cuyabá, y es enemiga capital de los Cayapos, con quienes está en continua guerra. Los Cayapos son Indios de a pié, pero vagantes y grandes flecheros: desde el camino de los Goyases hasta Cuyabá, hacen frecuentes correrías con robos y muertes de muchos Portugueses, a quienes hacen cruel guerra estos, por órden de su corte, reduciendo a esclavitud a los prisioneros que toman de ellos.

Entre Cuyabá y Matogroso, en la sierra del Paraguay, hubo en otro tiempo una nación de Indios, llamados Perésis: pero hoy está del todo destruida, y los pocos que han quedado reducidos a esclavos y aumentan la población de aquellas villas. Los Payaguas, corsarios bárbaros, bien conocidos en las provincias del Paraguay, por los males que en ellas han causado, habitan el rio de este nombre, y viven continuamente en canoas en cuyo manejo son muy diestros. Se extienden hasta las vecindades de Cuyabá, y no son menos enemigos nuestros que de los Portugueses, a los que hacen grandes y repentinos daños en su tránsito por el rio Paraguay y sus tributarios desde aquella villa a San Pablo: por esta causa están declarados por esclavos sus prisioneros. Se puede contar, no sin razón, entre los mas terribles enemigos que tengan los Portugueses, mas de 300 entre negros, esclavos y otras castas que se han refugiado, huyendo de sus amos, en los espesos bosques y asperezas inmediatas a Cuyabá. Estos, armados de escopetas, pólvora, balas y otras armas, se defienden obstinadamente en el bosque contra los que solicitan su aprehensión, y se puede temer que, aumentados, intenten hacer correrías contra sus antiguos dueños, si no han empezado ya a ejecutarlas.

12. El temperamento da la población, en que puede entrar todo lo que abraza la capitanía general, es cálido y húmedo en extremo, enfermo y propenso a la diarrea, que en los meses de verano causa una peste anual, de que mueren muchas personas. La medecina de que usan es tan bárbara y peligrosa como la misma enfermedad, ministrándola unos curanderos ignorantes sin mas regla que el uso, y sin ninguna excepción, aunque sean varios los síntomas. Se adolece también mucho de calenturas, tercianas, cuartanas y sus semejantes.

13. Los alimentos de que usa esta gente no son delicados, pero sí abundantes. Produce la tierra gran porción de maíz, arroz, batatas y algunos legumbres, plátanos, pifias y algunas frutas silvestres. Recogen tabaco que benefician, torciéndolo del modo que lo hacen en el Brasil.

El rio les provee abundantemente de pesca y los bosques de caza; aquella es la misma especie de pescados que se encuentran en la provincia del Paraguay; de esta la principal son los mótus (llamados en Nueva España faisanes), pavos de monte y otras aves comunes: los monos de que abundan mucho son muy gratos a su paladar. Crian con facilidad cerdos y gallinas, estas de un tamaño que excede lo regular. El ganado vacuno y lanar no se cria bien, aunque hay alguno traido de Góyas; ni les hace falta, porque les agrada ménos que el tocino cocido con legumbres, plato el mas ordinario y mas regalado, no solo en este país, sino en toda la América portuguesa. No tienen salinas, y la sal necesaria para el consumo de toda la capitanía general la traen de San Pablo, y a esta de Lisboa. El terreno es propio para la cria de mulas y caballos. Los que necesitan para el tráfico, los traen del Brasil, donde tampoco son abundantes, y esto hace que un mal caballo valga 400 pesos dobles.

14. Pero el fruto sin comparación mas estimable, y que conserva estas poblaciones, a pesar de su mal temperamento, es el oro que producen sus minas abundantes. No me fué possible averiguar, aun a poco masó ménos, la porción que anualmente se saca en toda la capitanía general, porque en cuantos hombres traté en el curso del viaje, no halle ninguno que tuviese la noticia necesaria en el asunto: ni es tan fácil poderlo conseguir; porque sacándose el oro en distintos parajes, en varias partidas, y por diferentes personas, era necesario para la noticia recurrir a las contadurías reales, donde se llevan la razon de los quintos que pagan al rey: y aun esta no sería tan fija, por los fraudes que se cometerían en la manifestación como sucede entre nosotros. La voz general y segura es que los quintos suben a una cantidad bien crecida, y es preciso que la porción que se extrae de las minas sea mayor. Las deMatogroso se trabajan con comodidad y utilidad, porque tienen el agua inmediata para los lavaderos: no sucede lo mismo con las de Cuyabá, que la tienen mas distante y aun algunas están sin labor por la escasez de agua. Trataban de conducirla del rio de Motúcas a unas minas muy ricas, distantes siete leguas de él, lo que conseguido aumentaría mucho el erario del rey y de los particulares. El oro de Cuyabá examinado por nuestros ensayadores, su ley es de 22 quilates, y un grano su mezcla de plata: el de Matogroso aseguran es mas subido.

15. Concluiré la respuesta de este primer párrafo con la noticia del comercio que hace esta provincia con el Brasil, y modo en que este se practica. De San Pablo, adonde desde Sántos y otros puertos traen en caballerías los efectos de Europa, los conducen en las mismas hasta Arara y Tabuaba, que es el embarcadero sobre el rio Añemby o Tiete, distante cuatro o cinco dias de camino. En este sitio se embarcan en canoas, algunas de ellas tan grandes que cargan hasta 300 arrobas y mas: lleva cada una siete hombres, dos a popa que las gobiernan con palas, y cinco a proa que vogan con el mismo instrumento; para cuyo manejo dejan en los extremos el preciso hueco, ocupando todo el centro con los géneros de comercio, que se reducen a sedas, lanas, lino, aceite, vino, herramientas, etc.; y con los víveres para el viaje, que consisten en harinas de mandioca y maíz, tocino, aguardiente de caña, habichuelas, polvo y munición para cazar. Por el tiempo cómodo, a que llaman mozon, y es en los meses de invierno, sale una flota de estas canoas, que baja por el Añemby o Tiete hasta la embocadura de este en el rio Paraná; en cuyo tránsito tardan 25 dias. Es este muy trabajoso, porque está sembrado de saltos o arrecifes, y algunos tan elevados que es preciso descargar las canoas y pasarlas, igualmente que su carga, a hombros de la gente, repitiendo mas o ménos veces esta maniobra según el caudal del rio.

16. De la boca del Tiete en el Paraná, que la estimamos por la latitud de 19° 20’, siguen las aguas de este, y a los dos dias encuentran en su ribera occidental, por los 20° 11’, la boca del rio Pardo, por el que suben con grande trabajo, a causa de su rapidez, y de los muchos saltos que superan con increíble fatiga, tardando 40 a 45 dias, según es mas o ménos violenta la corriente, hasta llegar a un sitio conocido bajo el nombre de Camapuan, que estimamos en la latitud de 18° 58’; es una aldea formada por una familia portuguesa que para comodidad de los viajantes se estableció en este lugar con crecido número de esclavos. Hallan en ellas carros en que transportar las canoas y efectos, y se proveen de legumbres, gallinas, patos, cerdos, vacas y otros frutos que lleva bien la tierra, de cuya venta vienen al dueño considerables ganancias. En el Ido Gamapuan se vuelven a embarcar, y siguiendo sus aguas por tres o cuatro dias, entran en el otro también pequeño, llamado Cuchiy, el que navegan en seis dias, hasta salir al Tacuarí: viéndose obligados a varar fuertemente por el poco fondo y lo angosto de estos dos riachos. El Tacuarí es un rio grande que desagua en el rio Paraguay por tres bocas, cuya latitud observamos, la del sur en 19° 11’, la del medio en 19° 7’, y la del norte en 19° 3’. Lo navegan aguas abajo en ocho o diez dias: corre por tierras anegadizas que se juntan con los bañados de la laguna de los Xaráyes, y por esto varía su caudal en los tres brazos de su embocadura. Antiguamente salían las canoas portuguesas por la boca del medio, pero hoy navegan la del sur.

17. Puestos ya en el rio Paraguay, navegan por dos dias, hasta llegar al extremo de una grande isla formada por dos brazos del mismo rio, que separados antecedentemente en la latitud de 18° 30’, se vuelven a unir en los 19° 1’. De estos dos brazos, el mayor o madre, llamado Paraguay Gazú, o grande, queda a la izquierda; entran por el menor que llaman Mini o pequeño: brazo angosto, pero de bastante agua, y tardan seis dias en navegarlo, hasta el lugar en que se separa del mayor. Se ha experimentado que la dirección de la corriente en este brazo menor no es constante, sino que unas veces sigue al sur, según el curso del Paraguay Gazú, y otras al contrario. La causa de esta variedad consiste en que, siendo la tierra de su ribera oriental muy baja y extendida por todo el tramo de ella, se recoge en el rio, al tiempo de las grandes lluvias, copiosa cantidad de agua, que detiene la corriente que este trae del norte, la que es muy lenta, particularmente cuando por falta de lluvias en la sierra no hay crecientes: y así, rebalsada el agua, toma la dirección contraria que le comunican los desagües de las lagunas, que en los recodos del rio miran al norte, venciendo a las pocas que miran al sur.

18. Desde la reunion de los dos Paraguayes gastan dos dias de la boca del rio Cheané, que observamos en la latitud 18º 8’, y es un brazo del rio de los Porrudos, cuya boca principal está mas al norte en 17° 55’.Tardan cuatro dias en navegar el Cheané hasta entrar en el rio de los Porrudos: siguen aguas arriba de este, rompiendo con gran trabajo su corriente que es muy rápida, y gastan cuatro dias hasta el lugar en que descarga en el rio Cuyabá, por el que suben, y llegan a los doce dias a la villa de su nombre. De esta villa hacen el viaje por tierra a Matogroso, atravesando los rios Paraguay y Jaurú. Gastan en él quince dias, cinco de Cuyabá al paso del rio Paraguay, el que observamos en 16° 10’, cinco de este al paso del Jaurú, y cinco de aquí a Matogroso. En el mapa de la demarcación que hizo la tercera partida, se reconoce el camino que hacen las flotas, desde la boca del rio Tiete en el Paraná, hasta la boca del de Porrudos en el rio Paraguay: y por este itinerario, sacado de las mas seguras noticias, se ve que desde San Pablo a Cuyabá gastan de tres a cuatro meses, ya mas, ya ménos, según las comodidades o embarazos de la marcha; y por la porción de canoas, que regularmente es de 30 a 40, se puede asegurar que nunca tardan ménos de cuatros meses. La vuelta la absuelven en dos tercios ménos del tiempo que consumen en la ida.

19. Cada peon o vogador de los cinco que dije ántes iban a proa, ganan por semana una octava de oro en polvo, que es la octava parte de la onza. Los que gobiernan las canoas y administran la hacienda, ganan ménos, y a todos se les da ración de víveres, pólvora y munición para cazar. Padecen en estos viajes muchas enfermedades por la variedad de temperamentos e incomodidades indispensables en tan dilatados despoblados en que no tienen recurso.

Pero lo que se oirá con admiración, y es no ménos cierto, es que en tan caudalosos rios, hay ocasiones en que la falta de agua potable hace perecer muchas gentes. Esto sucede cuando se recogen a sus caudales las aguas de los rios Paraná, Paraguay e intermedios, despues que, con las grandes crecientes, inundaron sus orillas, extendiéndose muy adentro de las tierras: y es que, al retirarse aquellas aguas, arrastran tras sí cuanta inmundicia encuentran de nidos de pájaros, camas de tierras, inmensa porción de animales de todos tamaños, muertos ántes o ahogados por la misma inundación, y finalmente el pescado que la creciente anterior arrojó a tierra: todos estos, corrompidos por la fuerza del sol tan grande en este clima, infestan las aguas de modo que no hay sed tan atrevida que no ose pasarlas.

20. Padecen otras muchas desgracias, ya por volcárseles a menudo las canoas, con las impetuosas carreras que en los rápidos arrecifes o salto tienen los rios Pardo y Tiete, ya por la sublevación de su propia gente, que mal acondicionada y peor disciplinada, se desbarata con facilidad, y ya finalmente por las incursiones de los Indios Payaguas, que emboscados en las riberas puntas les acometen de improviso y matan cuantos pueden. Para obviar este riesgo, llevan ahora un convoy de una o dos canoas armadas en guerra con pedreros y gente de armas; estas en la estación vienen de Cuyabá a esperar la flota en el Taguazú, y la convoyan hasta la villa haciendo lo mismo a su retorno. Oblígalos a esta precaución la pérdida que los años pasados tuvieron por haber dado aquellos Indios con la flota que regresaba de Cuyabá, cargada de oro perteneciente al rey y a los particulares comerciantes, la que robaron completamente con muerte de muchos Portugueses. Llevaron una gran porción de este oro a la Asuncion y la vendieron por la quinta parte o ménos de su valor: y hoy se ve en aquella ciudad, entre otros, un conocido caudal que la compra o permuta de este oro formo a su dueño, a quien acudieron primero los Indios ignorantes de lo que traían y hubo facilidad de hacerse de gran porción.

21. Parece excusado entrar en la individualidad de los precios que tendrán los efectos de Europa en Cuyabá y Matogroso, pues por lo dicho se conoce que deben ser muy crecidos; y haciendo una prudente regulación de sus costos desde Lisboa, parece deben ser por el ménos un cincuenta por ciento mas caro que en la Asuncion.

22. En el párrafo 2º de la citada carta instructiva me expone V. S. el artículo 7° de la mencionada instrucción secreta de S. M., en que ordena lo siguiente: « Tomará la misma tropa las noticias que pueda de la calidad del terreno y clima de mis dominios situados en la banda occidental del rio Paraguay, desde la boca del que se le junta por la oriental, y ha de servir de frontera aguas arriba del Paraguay: averiguando con particular cuidado cuánto dista este rio de la misión del San Rafael a la mas cercana de los Indios Chiquitos. »

23. Y porque el párrafo 9° de la citada carta instructiva abraza este mismo punto, lo coloco en este lugar, para satisfacer a los dos. Dice V. S. en él: « También me tiene encargado el excelentísimo señor Carvajal que procure averiguarla comunicación del Rio de la Plata con las misiones de los Chiquitos por el Pilcomayo: para esta diligencia tengo escrito al provincial de la compañía que dé orden a alguno de los misioneros que hay en las referidas misiones, bien instruido de todo el país, para que dentro de seis meses poco mas o ménos salga a encontrar a V. a la laguna de los Xaráyes, a fin de que tome V. las noticias mas seguras para que pueda tentar este descubrimiento y para adquirir las demas que he manifestado en el capítulo antecedente, ni omita V. diligencia alguna que no impida su principal encargo. »

24. En cumplimiento de estas órdenes, procuré a mi llegada a la provincia del Paraguay recoger todas las noticias que me sirviesen para venir en conocimiento de la boca occidental del rio de este nombre; persuadido de que ni yo ni otro alguno de mi partida podría internar en él en nuestra navegación al Jaurú; así por no demorar esta y la demarcación, punto que hubiera sido muy contestado por los Portugueses mis correspondientes, como por no tener guia, ni el menor rastro, a excepción de alguncf que creía hallar en los archivos de la Asuncion, pero reconocidos estos encontré que la incuria y abandono han sido tan completos que no se conserva memoria, ni aun del camino que en otro tiempo hacían al Perú con tanta frecuencia los moradores de la provincia del Paraguay. Estos desde sus poblaciones miran de algunos años a esta parte la banda opuesta del rio como un golfo interminable de tierra en que se pierde todo rumbo, y no se fija impune la huella. Así se ha visto que en algunas entradas a que ha obligado la necesidad de castigar a los Indios del Chaco, sus fuertes e importunos enemigos, cuando mas se han apartado del rio 10 a 12 leguas.

25. Con la advertencia que V. me hace de que habia escrito al P. provincial de la compañía previniéndole diese órden a alguno de los misioneros de Chiquitos, bien instruido del interior del país, para que saliese dentro de seis meses a mi encuentro, procuré ir con cuidado, creyendo poderle hallar en algún sitio de la ribera occidental del rio de Paraguay; pero no lo encontré, ni con señal o marca por donde poderme persuadir que hubiese estado ántes. Es cierto que las noticias que por este medio se hubieran podido adquirir habrían contribuido mucho al conocimiento que deseaba; pero en su defecto me procuré valer de las que en algunos escritos han dado los PP., de lo que daban los Portugueses que vinieron de Cuyabá, y con mas seguridad de loque pudimos reconocer por el alcance de la vista, puesta en los topes de los palos de las embarcaciones y sobre los mayores árboles. En el diario de la demarcación se halla todo lo que fué reconocido por nosotros, a excepción de algunas reflexiones que juzgué omitir allí, por darlas ahora en respuesta de la carta instructiva de Vuestra Señoría; y para mejor inteligencia de esta empezaré por el Pilcomayo, para seguir por orden el curso del rio Paraguay.

26. En el mapa que levantamos de la provincia del Paraguay, se ve una de las bocas del Pilcomayo colocada bajo de este nombre, porque los prácticos del rio dijeron era este el que tenia, aunque ninguno habia entrado por ella, como m por otra llamada el Araquay por el P. Lozalio, que no conocimos cuál fuese. El año de 1722 entraron por este rio los PP. Gabriel Patiño y Lúeas Rodríguez, de la compañía de Jesus, con algunos vecinos del Paraguay e Indios Guaranis, ¿internaron por él hasta cerca de la falda de la sierra del Perú. Su diario manuscrito, que tengo en mi poder, sirvió sin duda al P. Lorenzo para sacar parte de la descripción que en el lugar citado hace de este rio, por lo que la omito. Otros PP. de la misma compañía intentaron, algunos años despues, hacer segunda entrada, pero no hallaron la boca del Pilcomayo en el Paraguay capaz de navegar en las embarcaciones que llevaban, a causa de la gran porción de yerba y ramazón que la cegaba, por cuyo motivo se volvieron. Nosotros entramos en la que en nuestro mapa tiene aquel nombre: la encontramos de mucho fondo, suficiente ancho para barcos grandes, poca corriente, y desembarazada de yerba y ramazón.

27. La ribera occidental del rio Paraguay, frente de la boca del Tpane Guazú, que según el tratado e instrucciones generales tomamos por el de Corriéntes, y demarcamos por frontera como los Portugueses en la latitud austral de 23° 38’, es baja y anegadiza en las crecientes de los rios, llena la maciega y el bosque. Sigue en esta forma hasta la latitud de 22º 6’, en que se encuentra el pequeño cerro de Galvan, cuya falda baña el rio Paraguay cuando está crecido. Desde este se eleva sensiblemente el terreno hasta los 21°, y de trecho en trecho se ven varios cerros también pequeños, que denotan ser la tierra inmediata interior alta y libre de las inundaciones del rio. En este espacio habitaban los Guanas y Mbayas, nación de Indios bárbaros y enemigos muy perjudiciales de los vecinos del Paraguay, por lo que reservo las noticias que de ellos tengo para cuando trate de aquella provincia. Por el intento presente basta saber que estos Guanas son Indios laboriosos y de industria, cultivan la tierra y siembran tabaco, mandioca, batatas y otras legumbres, y principalmente el maíz, de que hacen dos cosechas al año. Tienen mucho algodón y miel silvestre, crian ovejas de lana basta, caballos y ganado vacuno, lo que hace ver que el terreno que habitan es bueno para poblaciones, igualmente que el interior, ocupado por otras naciones bárbaras, que hacen continua guerra a los Guanas.

28. Desde 21° hasta 20° no se halla cerro alguno, ni loma alta; pero en tal cual paraje de la orilla hay barrancas, que no supimos si las cubria el agua en las regulares crecientes. El terreno es blando, cubierto de pasto, maciega y bosque espeso de árboles y palmas delgadas, las que se ven por las dos orillas de este rio, desde su boca o union con el Paraná hasta el Jaurú.

29. En la latitud de 20° se vuelven a ver cerros pequeños, de espacio en espacio, lo que denota haber cerca alguna tierra elevada; y es así que caminando mas adelante, se continúan las lomas y cerros mas repetidos, hasta que en 49° 30’ se encuentra una cordillera o sierra seguida, unida y escarpada. El principio de esta sierra puede servir de marca para conocer la boca del rio Mbotetey, que en dicha latitud desagua en el Paraguay, en el que estuvo en otro tiempo Xerez, fundada con nombre de ciudad, aunque en su mayor pujanza no pasó de pequeña aldea. Sus orígenes, que son varios, están inmediatos a los otros rios que descargan en el Paraná; a distancia de ocho dias de navegación, bajando hácia su boca en el Paraguay, tiene saltos o arrecifes: pero en este espacio es limpio, y su corriente tal que lo que se baja en ocho dias se sube en veinticuatro. En las dos orillas del rio Paraguay, desde el Ipenaguazú hasla el Jaurú, no hallamos boca mayor, ni aun igual a la de Mbotetey.

30. La sierra referida, a que puse el nombre de San Fernando, y bajo de él se colocó en el mapa y diario de la demarcación, empieza por unas lomas pequeñas, pero unidas, sin otros rebajos que las cañadas de sus vertientes; su loma se eleva y vuelve áspera y escabrosa; su cumbre es toda de picos y puntas de piedra que la hacen árida, escarpada y de difícil ascenso por el lado del rio; en su pié y bosque de su falda tiene bosque delgado. Las excavaciones que hicieron en ella las lluvias en el tiempo que la costeamos, nos descubrieron que su interior era de tierra colorada, aunque en su pié por la parle que la baña el rio, vimos arena negra y pedernales. Hay en ella aquellas piedras bien conocidas en varias partes de esta América, que sin visible agente revientan con estrépito; su exterior es semejante al de las piedras blancas comunes, aunque algo esféricas; el interior que al reventar se divide en distintas partes que terminan en punta, guardando cada una figura piramidal, es de diversos colores, violado mas o ménos claro, rojo blanco y pardo. El estampido que hacen al reventar es tan parecido al que causa un canon cuando se dispara, que al oir las primeras creimos que fuese tiro de las embarcaciones que debían venir de Cuyabá.

31. No sé si fué por estas señales o por otras que quizá observaron los Portugueses de Cuyabá, inteligentes en catear minas de oro y conocer las que tienen diamantes, que me aseguraron unánimemente y sin disfraz, que esta sierra tenia las mas seguras señas de ser abundante de uno y otro. Con ménos antecedentes debía hacerse la prueba en algún sitio de ella, y la hubiera yo tentado a tener comodidad para ello.

Pero me faltaba lo principal: no tenia conmigo hombre que fuese inteligente, ni aun que hubiese visto jamas el oro en las minas, y mucho ménos los diamantes. Valerme de los Portugueses, cuando no se podia ocultar cualquiera hallazgo que se hiciese, era ponerlos en la tentación de que a vueltas de la distancia y despoblado en que está aquello, intentasen posible dejar la compañía y conserva de la partida portuguesa. Era forzoso que conviniesen en la demora necesaria para esta prueba, y ellos jamas entraron en partido de emplearnos en otra cosa que no fuese la demarcación precisa. Nosotros gastamos cuarenta y cinco dias, desde la Asuncion hasta el principio de la sierra: en cualquiera tiempo que se intente, se podrá concluir la averiguación y viaje en tres meses.

32. En las cañadas de estas sierras de San Francisco hay bosques de que se pueden sacar maderas buenas para fábricas y tiene piedras de várias calidades para el mismo uso. Las lomas que forman el principio de ella, tienen leña de espinillo, que es la mejor de estas comarcas, y abunda de pastos propios para la cria de los caballos. Estos pastos se extienden por los bañados que hay entre las lomas y el rio, y son muy buenos para criar vacas. Juzgo que la punta de lomas, frente del Mbotetey, es un sitio muy acomodado para una población, poniéndola en el interior sobre algún rio que desagüe en el Paraguay, con lo que se tendría la comunicación por agua con la Asuncion. Dije que la población debia colocarse en el interior, porque sobre el mismo rio Paraguay, que en esta parte es frontera, no se puede poblar por el artículo 19 del tratado de límites. Desde el pueblo establecido en este lugar se podría entrar en las labores y beneficio en la sierra, ya por tierra, ya por el mismo rio Paraguay, que la va faldeando hasta la latitud de 17° 33’; en que sigue el rio al norte, pero juzgamos, por el alcance de nuestras vistas puestas en alto, que continúa por mas de quince leguas.

33. Aunque dije que el rio Paraguay va faldeando la sierra desde 19° 30’ hasta 17° 39’, no se ha de entender que siempre van unidos: hay sitios en que se aparta de ella, dejando espacios no muy grandes, como se ve en el mapa de la demarcación, y en estos se forman algunas lagunas chicas. Las grandes, como la Manioré, Caracaras y Yaba, están cercadas de la sierra con bocas pequeñas al rio. La laguna Manioré, que he dicho está rodeada de la sierra con algunas quebradas suaves, tiene su boca en el rio Paraguay en 18° 42’ de latitud, por la ribera oriental 48° 8’, desemboca el rio Cheané de que he hablado en la relación del viaje que desde San Pablo se hace a Cuyabá. La boca de este la conocen los prácticos por dos cerros de la sierra de San Fernando que están sobre la laguna Manioré: a los que por ser iguales e imitar en su figura a los pechos de la mujer, llaman las tetas de Manioré. Esta laguna es la que hallaron los PP. Patricio Fernando y Juan Bautista Xandra, cuando desde las misiones de los Chiquitos salieron a buscar comunicación con el Paraguay.

34. En 17° 55’ se ve la boca de la otra laguna, llamada Caracaras, nombre de una ave de rapiña conocida en todas estas provincias: está también cercada de la sierra, y en frente desagua en el rio Paraguay por su ribera oriental el rio de los Porrudos de que hablé en la relación ya citada. Mas arriba, en la latitud de 17° 48’, se encuentra la boca de la laguna Yabá, la mayor de las que vemos; tiene de circúito cinco leguas, y está igualmente cercada de la sierra. Lo mas áspero de esta es la parte de sud y sudoeste, la boca al este por el norte y nor-oeste la bordan pequeños cerros, unidos casi en forma de lomas, sin cañadas profundas ni puntas de piedra en su cima.

35. Pasada la boca de la laguna Yabá siguiendo por arriba el curso del rio Paraguay, se ve que esta inclina alguna cosa hácia el este y la sierra, vuelve al oeste noroeste, desviándose para no volverse a unir. En el lugar de la separación de sierra y rio se estrecha este tanto que queda un canal de solas cien varas, pero con diez varas de fondo; y se descubre por ambos lados del rio, en todo el espacio que alcanza la vista puesta en alto, un bañado seguido, cubierto de bosques en muchos de paragues y los intermedios de maleza alta. Nos dijeron los Portuguases que los bañados del lado oriental del rio se extendían por muchas leguas tierra adentro, hasta comunicarse con los del Tacuarí, y que en tiempo de lluvias e inundaciones, que suceden regularmente por los meses de febrero y marzo, se atravesaban en canoas, haciendo juicio que los bañados de la banda occidental sean en todo sem ejantes a los de la oriental; tuvimos a todos estos pantanos por la laguna de los Xaráyes, que con nombre se lee en el artículo 6° del tratado de límites.

Atravesamos estos pantanos que siguen al norte, hasta la latitud de 16° 48’, en que se ven los cerros de la Morguera por la parte occidental del rio, y por la oriental empieza la sierra de San José, que continúa hasta mas arriba de la boca del rio Jaurú. Esta sierra en que terminan por el este los pantanos, se da la mano con la del Paraguay, donde están los orígenes del rio de este nombre, por los 14° 20’ de latitud según la estimamos por las distancias y noticias que nos dieron los Portugueses que las habitan.

36. Sirven también de límites a los referidos pantanos, por la parte del norte, las tierras altas por donde corre el rio Jaurú, término de nuestras demarcaciones, en cuya boca, 16° 25’, se colocó el marco de mármol. De un punto encima de la sierra de San José, frente de la boca del Jaurú, demarcamos, como a diez leguas de distancia al oeste-norte-oeste y nor-oeste, una punta de sierra que es ya tierra alta unida a la sierra, donde están los beneficios de minas de Matogroso, según nos dijeron los Portugueses que vinieron de Cuyabá.

37. Estos de quienes be hecho repetida mención en esta carta por las noticias que de ellos pude sacar, me dijeron que el rio Jaurú, que corre nor-oeste sud-este, tiene a diez dias de navegación aguas arriba de su boca, que son tres o cuatro de vuelta, un salto o arrecife, en que hay una pequeña aldea que sirve de venta para hospedar y proveer de víveres y cabalgaduras a los pasajeros que van y vienen de Cuyabá a Matogroso. al que tardan desde este sitio cinco dias por tierra, porque no hay camino por agua.

38. Muchos de ellos, que habían estado en Matogroso y tenían conocimiento del terreno, me aseguraron unánimes, como voz general y constante en aquel pueblo, que el de San Rafael, misión de Chiquitos, estaba inmediato a uno de tres cerros poco distantes entre sí, pero a bastante distancia de Matogroso, de cuyo terreno el mas elevado se veía al sud-oeste. El intermedio entre este pueblo y aquellos cerros es llano, tierra baja anegadiza y bosque. Dijeron que en el año de 1740 habia ido a San Rafael un Portugués, llamado Antonio Piñéiro, con diez y seis personas a la ida, y por hallarla sin agua, ni rumbo cierto, no pudo hacer juicio de la distancia; pero a la vuelta, asegurado del camino que tomó en derechura, tardó trece dias, desde el pueblo al arrecife del Jaurú. Con estas noticias, sirviéndonos de fundamento para nuestra derrota del rio Paraguay, concluimos con prudente juicio, que San Rafael dista del marco 55 1/2 leguas casi este-oeste y 54 de la orilla del rio Paraguay, por el paralelo de 16° 4T que corta la sierra de San Fernando.

39. Juan Bautista Campani, Italiano, de quien hice mención en el párrafo 4º de esta, me dió, entre otras noticias, la que el año pasado de 1752 envió el actual capitán general de Cuyabá ocho Portugueses a una montaña situada mano izquierda del rio Guaporé, despues de su union con el Sarare, con el fin de que reconociesen sus minerales; que volvieron estos al cabo de un mes, y trajeron 16 octavas de oro en granos gruesos como de arroyo y de la misma ley que el de Matogroso, que he dicho es superior al de Cuyabá. Queda esta montaña en nuestros términos.

40. El párrafo 3º de la carta instructiva de V. S. dice así: « Estando informado V. de los hechos que han pasado en la evacuación de los pueblos, y de las ideas que siguen los PP., por los cuales se ve es muy sensible su entrega, como lo tiene estipulado el rey: prevengo a V. que es muy de temer el que interesen también en esta queja a los Indios de los pueblos del Paraná, cuyo alboroto retardaría la ejecución del tratado. Que Suceda este caso o que no suceda, conviene al servicio del rey en que V. haga las mas exactas diligencias para averiguarlas cosas que han dispuesto los PP. y su modo de pensar de este asunto. »

41. La distancia en que los pueblos del Paraná están de las poblaciones de Españoles del Paraguay, y mas que todo la falta de comunicación que tienen estos con aquellos, porque no les es permitido entrar en ellos ni hacer comercio alguno sin licencia de los PP., hace tan raras las noticias que de estos pueblos se tienen en la provincia, que no me filé posible saber lo que en ellos pasaba, ni averiguar si los Indios de las dos bandas del rio Paraná hacían común la causa de la mudanza de los del Uruguay, y mucho ménos indagar las disposiciones y el modo de pensarle los PP. en el asunto: no habiendo quien pudiese dar un testimonio que mereciese, no digo firme, mas ni aun probable asenso. Todo lo que oí en la materia era producido por los PP., que en sus conversaciones procuraban justificar su conducta, y desvanecer las sospechas que contra ellos habia; dando por falsos cuantos discursos se hiciesen ménos ventajosos a su opinion.

42. De los pueblos guaranis inmediatos a la provincia pude adquirir seguras noticias y examinarlos por mí mismo. Supe (en el tiempo que estuve en la Asuncion, y reconocí despues en el viaje que por setiembre del año de 1755 hice al rio Tebicuary, con motivo de levantar lo que me faltaba del plano de la provincia, el que también lo fué para poder entrar en los pueblos de Nuestra Señora de Fe, San Ignacio Guazú y Santa Rosa, situados en la ribera meridional de dicho rio, a que me convidaron con instancia los PP.), que estos pueblos y el de Santiago, inmediato a ellos, estaban sosegados: supe también que se habían mantenido sin altercación, á lo ménos ruidosa, ántes y durante el tiempo que el ejército del rey hizo la primera campaña por el Uruguay. Pero es de notar que estos cuatro pueblos, únicos que hacen comercio con los vecinos del Paraguay, de cuyo trato hablaré en la descripción de la provincia, son frecuentados por estos, y su inmediación les sirve del mas fuerte freno para impedir una revolución que intentasen hacer: por lo que juzgo procurarían mantenerlos en quietud, aun cuando la rebelión fué general con los demas. a los pueblos del Paraná no me pareció prudente el pasar, porque estando retirados y en la incertidumbre de su quietud, era necesario llevar del Paraguay la escolta suficiente para el resguardo de la partida en caso que estuvieran alborotados, lo que tal vez se hubiere tomado por motivo de la revolución.

43. En el parráfo 4º de su carta instructiva, dice V. S.: « Por la representación que me ha hecho el gobernador del Paraguay, he comprendido que los Padres le han ganado el camino, porque sigue el mismo sistema que demuestran las mismas representaciones que han formado aquellos, de que V. ya tiene noticia. Procurará V. indagar si son losJPP. los que han formado o tienen alguna parte en dicha carta, para la cual sírvale a V. de gobierno el que el P. Cardiel hizo un viaje con el gobernador del Paraguay por el rio de este nombre hasta mas arriba de la boca del de Corriéntes, lo que está manifestando intimidad con el P., o que sigue el sistema que le han propuesto. »

44. Con la prevención que para mi gobierno me hace V. S. de que el P. Cardiel había acompañado al gobernador del Paraguay en el viaje que este hizo por el rio de este nombre, procuré, para tomar mejor mis medidas, informarme de la verdad y circunstancias de este hecho; y supe con toda certidumbre que era falsa la noticia que a V. S. dieron de haber llevado tal compañero el gobernador, porque en el viaje que, con motivo de castigar la insolencia de los Indios Pay aguas, hizo este por el rio arriba, no llevó al P. Cardiel, ni mas eclesiástico que un fraile franciscano que tiene en su casa de capellán.

45. El mismo D. Jaime San Just, en várias conversaciones que tuvieron, me refirió que los PP. Jesuítas habían solicitado con instancia que él y los dos cabildos eclesiástico y secular firmasen y remitiesen al rey una representación hecha por el P. Cardiel, cuyo intento era hacer ver a S. M. los daños que se le seguían del establecimiento de la línea divisoria en los términos que prescribe el tratado, y proponer un medio que, sin perjuicio de alguna de las partes, pudiese contentar a las dos cortes de Madrid y Lisboa. Para el logro de esta idea, dispusieron los PP. un banquete a una legua y media de esta ciudad, en una casa que, para el fin de dar los ejercicios de San Ignacio, les dejó por prenda de su gratitud el Sr. González Melgarejo, cuando de prebendado de aquella iglesia pasó de obispo a la de Santiago de Chile: fueron convidados el gobernador y algunos canónigos, y de sobremesa se sacó un plano formado por el P. Cardiel, y la representación hecha por el mismo, para que, vista por los convidados, la firmasen. Pero el gobernador remitió el conocimiento para la ciudad, por lo que no se concluyó allí cosa alguna. Me añadió que habia encontrado en la representación cosas tan impropias, que abiertamente se opuso a su remisión, lo que hizo entender a los capitulares de entre ambos cabildos, de modo que del secular ninguno quiso firmarla y del eclesiástico lo hicieron uno o dos fuera de cabildo, el que no permitieron los otros se juntase para este fin. Toda esta relación la averigüé despues por otras vias tan seguras que no me quedó duda ninguna de su certidumbre.

46. Viendo el gobernador que la representación particular que habia hecho a V. S. debía inducirme alguna sospecha sobre su intención y conducta, me aseguró que el motivo que le habia obligado a hacerla, fué cumplir con una órden general, que mandaba a los gobernadores de Indias, que siempre que hallen inconvenientes en la ejecución de alguna providencia de la córte, los representen: por cuya causa le pareció debia exponer a V. S., como comisario principal, los que creyó podría tener la línea divisoria; pero que en esta habia procedido con tal cautela, que no lo habia visto persona alguna desconfiada: valiéndose para hacerla escribir de un mozo comerciante, a quien la dictó con el seguro de que estaba para salir de la provincia, y de que por su corta capacidad no podría entender, y ménos encomendar a la memoria punto alguno de dicha representación.

Lo que puedo asegurar a V. S., y lo que mis compañeros pueden también certificar, es que en los auxilios de que mi partida y la portuguesa necesitaron, y en las providencias que dependieron de su mano y facultades, no pudimos notar tibieza alguna, ántes bien hizo ver una diligencia y actividad que nos satisfizo a nosotros, igualmente que a los Portugueses; quedando en todos común el concepto de que, sin su eficacia y celo, hubiera sido muy difícil el poder concluir la demarcación, según los embarazos y dificultades que ofrecían las distancias y las pocas providencias que permitia la pobreza del país.

47. En el párrafo 8º me advierte V. S. que repite el encargo que hizo el Excmo. Sr. don José de Carvajal, para que averigüe los dominios de S. M. por una y otra parte del rio de la Plata, la calidad del país, su clima, frutos que produce, número y especie de habitadores, situación de sus chacras, cultura y tráfico que tienen, ganados y calidad de sus lomas y demas cosas concernientes al comercio y aumento de ellos. La puntual satisfacción de todo lo que ordena este artículo, pide una larga descripción y noticia de la provincia del Paraguay, lo que me baria extender demasiado en esta carta, por cuya causa me he propuesto tratarla separadamente. Tengo juntos bastantes materiales, y he empezado a trabajar en ordenarlos para que parezcan con la claridad y método convenientes; pero no he tenido lugar de concluir para que vayan en la ocasión del próximo aviso que V. S. despacha.

48. El párrafo 10° y último de la carta instructiva de V. S. me ordena, que no solo procure en la Asuncion adquirir las mas seguras noticias del país que he de andar y los mejores prácticos de él, sino que haga la misma diligencia por lo que toca a la partida. El diario de la demarcación y lo que en esto llevo dicho, harán ver a V. S. las noticias que adquirí y los prácticos que tuve para mi viaje. Por lo que toca a la segunda partida, ni en la Asuncion, ni en toda la provincia se encuentra hombre alguno que haya andado, ni aun visto la orilla del Paraná mas arriba del último pueblo de las Misiones hácia el Salto Grande; no tienen noticia del terreno, porque no se extienden un paso adelante de los yerbales.

49. He respondido a la carta instructiva de V. S. a mi propartida de la isla de Martin García; pero ademas de ella recibí en el Paraguay otra, fecha en Buenos Aires, 15 de agosto de 1753, en que a las órdenes de la precedente añade V. S. otro encargo emanado de S. M., cuyo cumplimiento me recomienda V. S. como de la mayor importancia: por lo que puse todo esmero y la mayor diligencia afin de poderle dar la mas plena satisfacción. Los asuntos de esta y lo que en su respuesta he de decir tienen tanta conexión con los de la antecedente, a cuyos párrafos es preciso referirme a menudo, que me pareció unida a ella para mayor comodidad.

50. Cuatro son los puntos que contiene la citada carta de V. S. que, vaciada á la letra, dice así: « Que procure observar qué sitios ventajosos hay en toda la frontera por donde los Portugueses puedan en adelante introducir su navegación y comercio; y si tendrán maderas con que fabricar embarcaciones, con las cuales puedan bajar por los rios que desaguan en el Paraguay y Paraná. Qué distancias y dias de camino habrá, no solo de sus poblaciones a las nuestras, sino también desde la raya. Qué cualidad de terreno, clima y sitios en que puedan poblarse y fortificarse. Qué parajes oportunos haya para contenerlos. »

51. Por mucho que yo me entendiese en la reunion de circunstancias precisas a satisfacer la mayor parte de los asuntos que abrazan estos cuatro puntos, no conseguiría hacerlo con tanta claridad, como remitiéndome al plan de la demarcación que entregué a V. S. para remitir a la córte; porque con sola la inspección de este se forma cabal idea del terreno y sus partes; se ven en él los rios y caminos conocidos; se notan las distancias de la linea a nuestras poblaciones, y las que hay entre los puntos principales: por esto será conveniente tenerlo a la vista, para la mejor inteligencia de esta respuesta.

52. Viniendo al primer punto, digo: que los orígenes de varios rios que descargan en el Paraná por su ribera oriental, están inmediatos a las poblaciones que tienen los Portugueses en el Brasil: por alguno de ellos (y hoy lo hacen desde S. Pablo por el Añemby o Tiete), pueden bajar al Paraná, y seguir sus aguas hasta la boca de alguno de los que por su banda occidental desciende en él encima del Salto Grande; y subiendo por él, desembarcar en el paso del camino real que va a la villa del Curuguatí, y a las campañas de Xerez, llamadas así por haber estado allí la ciudad de este nombre, hoy arruinada. No há muchos años que hicieron este viaje los Paulistas, corsarios de Indios, subiendo por el rio de Amambay, en el que hallaron, ántes de llegar a su intersección con el camino real, dichos saltos y arrecifes que salvaron por tierra; y guiados del mismo camino, llegaron a los términos de Curuguatí, de donde se volvieron sin hacer cosa notable.

Pueden también del Paraná subir por el rio Igatimí, que es el término de la línea y el mas inmediato a Curuguatí, hasta encontrar con el mismo camino real. La escuadra de trece canoas grandes, que desde San Pablo vino a este paso para conducirnos al Salto Grande del Paraná, tardó 91 dias, como se ve en el diario de la demarcación. Tiempo ántes lo habían hecho los Paulistas, de quienes se habló antecedentemente, que no queriendo entrar por el Amambay que ya conocían, subieron por el Gatimí, venciendo, con bastante trabajo, los arrecifes que por espacio de siete leguas tiene, y que se dió noticia en el diario ya citado. Hicieron por tierra el camino que les faltaba para llegar a los términos del Curuguatí, y se establecieron en una campaña, que conocen los vecinos bajo del nombre de la Tapera de los Portugueses.

Sembraron algunas semillas, y se mantuvieron allí, hasta que, recelosos de una corrida de gente que mandó hacer el gobernador del Paraguay para desalojarlos con noticia que tuvo de su establecimiento, huyeron a sus canoas, y se volvieron sin haber parecido mas. Despues de esta expulsion, salen porórden de la corte todos los años los vecinos o milicias de Curuguatí a reconocer las campañas, para impedir a los Portugueses que se establezcan en estos términos que, hasta la determinación de la frontera por el tratado de límites, han tenido por indefinidos, y será muy conveniente que continúen en dicha práctica, para que vean la raya que conocen bien aquellos vecinos: porque a este fin saqué cincuenta de los principales, que me acompañaron y sirvieron de escolta en mis viajes para la demarcación.

53. El camino real, por donde hacen los Curuguatines estas corridas, alcanza hasta las inmediaciones de Camapuan; y aunque nunca llegaron a este sitio despues que los Portugueses se poblaron en él, anduvieron tan cerca, que en várias ocasiones llegaron a ver los humos que creyeron fuesen de los Indios Montaraces, ignorando que pudiesen los Portugueses tener establecimiento en aquel paraje tan inmediato. Por esto se ve que subiendo por el rio Pardo a Camapuan, como lo hacen hoy en su navegación a Cuyabá, pueden por el mismo camino real, o por otro nuevo que pueden abrir con el tiempo, venir por tierra a Curuguatí: y en otros casos harán el viaje con mas o ménos brevedad, según el rio que tomen, avíos y disposiciones que tengan.

54. Siguiendo por algunos de los rios que descienden al Paraguay, cargando por tierra las canoas, hasta echarlas en alguno de los rios que descargan en este, como el Tacuarí, que es el que hoy navegan para Cuyabá, el Mbotetey que alguna vez han navegado, u otroá excepción del Ipané-Guazú, que quedó demarcado por frontera a causa de los grandes y temibles precipicios que este tiene al despeñarse por la montaña de Amambay, como se ve en el diario de la demarcación.

55. Puestos en el rio Paraguay, que baña la provincia de este nombre, si siguen sus aguas abajo llegarán a la ciudad de la Asuncion, capital, y única de ellas que está situada en su orilla oriental; y continuando adelante, pueden llegar ala ciudad de Corriéntes, situada en el confluente délos ríos Paraguay y Paraná, y aun extenderse hasta Santa Fe y Buenos Aires. Y si entran por los rios Pilcomayo y Bermejo, pueden ir hasta las cabeceras del Perú: lo que también pueden hacer si, desembarcando en la ribera occidental del rio Paraguay, se internasen por tierra en las misiones de Chiquitos y Chaco. El mismo camino podrían hacer, si de Cuyabá o Matogroso saliesen al rio Paraguay.

56. Finalmente desde la villa de Curitibá, poblada hoy por los Portugueses, pueden venir al Paraná por el rio conocido bajo el nombre de Iguazú, o rio grande de Curitibá, o por otro alguno de los que descargan en él, mas abajo del Salto Grande del Paraná, y fuera de los precipicios y violentas corrientes que hace este por espacio de treinta leguas según noticias antiguas. La segunda partida de demarcación, a quien toca el reconocimiento de esta, podrá examinarla, que nuestro plan no se extiende a tanto porque solo reconocimos doce leguas mas abajo que sil precipicio.

Puestos en esta parte del Paraná pueden entrar por alguno de los muchos rios que desaguan en él por la ribera occidental, cuyas cabeceras reconocimos al poniente del camino real que va de la Asuncion a Curagual ó, desembarcándose en la misma ribera, atravesar por tierra los yerbales de Corema, pertenecientes a los pueblos de misiones Guaranis, situados a unas y otras bandas del Paraná y por ellos salir al dicho camino real.

57. He indicado todos los caminos, ya próximos, ya remotos, por donde pueden venir los Portugueses, desde el Brasil a nuestras poblaciones: dejando los inconvenientes y precisos embarazos que en los viajes e introducción de comercio han de tener, de que se ha dicho parte en los párrafos 15 y 16 y se volverá a tratar despues, paso ahora a decir de las maderas que pueden tener para fabricar embarcaciones con que poder bajar por los rios. Se puede asegurar como absolutamente cierto que nunca les faltaron maderas a propósito para canoas, ya un poco mas arriba, ya un poco mas abajo del lugar en que las necesiten; porque estas vastas y espaciosas campañas están rodeadas de espesos bosques y las orillas de los caudalosos rios que las bañan cubiertas de encumbrados y corpulentos árboles, y sería cosa muy rara que en tanta multitud no los encontrasen acomodados para canoas.

58. El segundo punto pide las distancias y dias de camino que habrá no solo desde las poblaciones de los Portugueses a las nuestras sino también desde la raya. Ántes de romperá este punto, debo advertir que las gentes que trafican por estas campañas y rios, no entienden absolutamente de leguas para medir las distancias: cuentan estas únicamente por los dias que tardan, y de este modo me valdré para determinar las que no hubiese yo andado; pero las que he caminado señalaré por leguas, y serán las que hay que andar por los rios y caminos, cuyo número tal vez nose hallará en el plano, sino algo ménos; porque en él no se pueden expresar con precision las vueltas y recodos que es necesario hacer en los caminos conocidos y abiertos. También me parece advertir que aunque en los dias de camino que se pusieron en el viaje de San Pablo a Cuyabá (§ 18) se tomó un medio entre el mas corto y el mas largo y lo mismo se ha hecho con otros; pero siempre se debe tener consideración con el tiempo, disposición y número de las embarcaciones que vengan: pues siendo pocas y bien dispuestas, pueden abreviar mas de lo asignado, y por el contrario siendo muchas, como vienen por lo común por el temor de los Indios, se demoran mas.

59. Desde San Pablo a la boca del Tiete en el Paraná tardan 30 dias. La escuadra de trece canoas que vino al río Gatimí, que sirve de frontera, para conducirnos al Salto Grande, tardó 81 dias hasta el paso de él. De este paso, del de Gatimí a Curuguatí, hay 30 leguas de espesos bosques, en que tardamos seis dias a caballo, y con cargas. De Curuguatí a la Asuncion hay 80 leguas, las 40 de despoblado. De esta a la boca del IpanéGuazú en el rio Paraguay, que es la raya por esta parte, 50 leguas. De Cuyabá a la Asuncion tardan 27 dias. De Matogroso a ia boca del Jaurú tardan 9 dias, y 26 que tardamos nosotros de esta a la Asuncion, son 35 dias. Desde la villa de Curitibá no sé los diasque gastan al Paraná,y lo podrá averiguar mejor la segunda partida; pero desde la orilla de este, adonde desemboca el Iguazú, o rio Grande de Curitibá, hasta el camino real de la Asuncion a Curuguatí, hay de 50 a 60 leguas, según noticias antiguas, aunque no hay quien las haya andado, como noté en el párrafo 4-8.

60. En el tercer punto se pide la calidad del terreno y clima del país que queda a los Portugueses, y los sitios en que puedan poblarse y fortificarse. Empezaré por las orillas de los rios grandes Paraná y Paraguay, para tratar despues del terreno comprendido entre ellos. Las dos riberas oriental y occidental del Paraná son bajas y anegadizas, por cuya causa están sujetas a las perjudiciales inundaciones que referí en el párrafo 10, su temperamento malsano, propenso a tercianas y demas fiebres periódicas, y por tanto poco acomodado para poblaciones. Los que tuvieron los Españoles encima del Salto Grande y que abandonaron despues, hacen ver la poca comodidad que ofrecen. Nosotros no pudimos registrar el país, ni se hubiera convenido en permitirlo o hacerlo la partida portuguesa sin una especial necesidad.

61. La ribera oriental del rio Paraguay desde la boca del Ipané-Guazú, que sirve de lindero para arriba,se describió en el diario de la demarcación. Por lo general, es baja y anegadiza, su temperamento caliente, húmedo y malsano, conforme en todo al que acabamos de describir, y por lo mismo desproporcionado para poblarse, aun cuando en el artículo 19 del tratado de límites no fuese prohibido hacerlo en todo lo que sea raya. Puede ser que en el interior del país, sobre alguno de los rios que desaguan en el Paraguay, encuentren algunos sitios que tengan mejor disposición, y creo les sería conveniente un fuerte en el interior de alguna de las rocas del Tacuarí, para defender de los insultos de los Indios Payaguas a sus flotas, que van y vienen de San Pablo a Cuyabá.

62. Solo me resta hablar del terreno que abrazan los dos rios Paraná y Paraguay. Este consiste en una loma de tierra elevada, que se termina por el sur en la montaña de Maracayá: corre la montaña casi este-oeste, desde el Salto Grande del Paraná hasta cerca del rio Paraguay, al norte del rio Xejuí, que nace de su falda meridional y al sur de la línea divisoria, formada por los rios Gatimí e Ipané.

La loma corre al norte, pero tan extendida hácia el oriente, que llega hasta cerca de los rios Paraná y Paraguay, que reciben las aguas que de las lluvias y de sus copiosos manantiales despiden desde su comedio a uno y otro lado, con bella distribución: formando de trecho en trecho varios rios navegables con canoas grandes de 200 y 300 arrobas de carga. Por el norte no pude saber adonde iba a terminarse; pero por noticias seguras sé que va con esta misma disposición hasta Camapuan, y ciñéndome hasta este sitio, tiene 100 leguas norte-sur y 60 este-oeste. Sospecho, no sin racional fundamento,7que se extiende hasta las tierras altas de los Goyaces.

63. Con particular extension solicité saber si esta dilatada loma contiene minas de oro, plata o piedras preciosas: a este fin registré todos los papeles y memorias antiguas que se hallan en el archivo del Paraguay, entre los que estaba la fundación de la arruinada Xerez; procuré examinará los viejos del país y a todos los que podian tener noticia del terreno; pero no hallé luz, ni aun sospecha de que hubiese mineral alguno. En cuanto nosotros anduvimos por él y por la sierra de Amambay, metiéndonos continuamente en los arroyos y rios, por gozar en el baño del mas delicioso y único refrigerio para el calor, no encontramos el menor indicio, ni los Portugueses que nos acompañaban, entre quienes habia conocedores, les oí que la tierra tuviese las señas que les sirven de guia para las catas y pruebas. Bien pudiera ser estudio; pero es difícil que entre tantos fuesen todos tan recatados que no se les escapasen algunas palabras, y mas en un asunto que es el principal objeto de sus conversaciones alegres y llenas de esperanzas.

64. El temperamento de este país hago juicio que con corta variación sea uniforme en todas partes, y el mismo que el de Camapuan, cuya situación describí en el párrafo 46, cálido y húmedo, pero sano. La tierra colorada y arenisca en su primer capa, pero la segunda piedra de lajas blanquecina, cuya disposición hace que sea abundante de manantiales y fuentes de aguas muy claras y delgadas, porque resumiéndose al momento que caen de las nubes por la capa de arena, evitan la evaporación y resolución que obran el sol y el aire en la superficie; e introduciéndose por los intrínsecos que dejan las arenas, llegan con facilidad a las piedras, por las que se filtran y recogen en otras que por sus rajos o aberturas dan lugar áque las aguas destiladas en suficiente cantidad corran, y al primer rebajo del terreno se formen caños. Todos estos campos, como en otra parte he notado, están cubiertos de espesos bosques, cuya madera es muy buena para quemar y para fabricar. Será abundante la tierra de maíz, mandioca, batatas y otras legumbres, como lo es Camapuan; pero el trigo, creo no lo lleve bien, o que sean escasas sus cosechas, como sucede en Curuguatí.

65. Aunque la abundancia y delicadeza de las aguas, la copia de maderas para fábricas y demas producciones de que acabo de hablar, ofrezcan a los Portugueses comodidad para formar poblaciones en este terreno, les faltan otros alimentos que principalmente los muevan a emprenderlas. El defecto de minas que he notado no es el menor, siendo su inquisición el defecto primero de sus cuidados; pero sobre todo los puede retraer de esta idea la poca proporción para crias de mulas y caballos, de que tanto necesitan para su tráfico. Tengo por cierto que estas no han de probar bien en este terreno, porque, siendo en todo semejante al territorio de Curuguatí y sus términos, en estos no se crian bien; y por mas que sus vecinos deseen con ansia y pongan su mayor cuidado en conservar las crias de animales de carga y de alimento, las logran muy escasas; y la causa es que en todo este terreno carecen de una tierra salitrosa, que llaman el barrero, sin la que no viven ni se conservan los caballos, mulas y todo animal que pace en los campos de Gatimí y Amambay. Reconocimos nosotros, y también los Portugueses, el daño que ocasiona en los animales esta falta, por los de carga que llevamos del Paraguay para nuestros viajes.

66. El otro mal inevitable, que a mi ver debe impedir el procreo y alimentos de los animales, es la persecución anual que por la primavera les hacen los enjambres de mosquitos y hiariposas de que se cubre la atmósfera. Sube a tanto el daño que reciben, que mueren muchos en la estación; ya de hambre, porque ocupados del cuidado de sacudirse de tan importunos huéspedes,^no atienden o no tienen lugar de comer; ya ahogados, agitados y rabiosos, porque introduciéndoles por la boca, narices y demas orificios se arremolinan unos con otros, para defenderse de estos enemigos, que aunque pequeños en el particular, son grandes en la multitud. a nosotros nos fué objeto de sorpresa y de compasión ver en la primavera que allí estuvimos, que no fué de las abundantes en insectos,á nuestras tropas de mulas y caballos andar en rueda muy juntos, formando un remolino, sin parar, ni atreverse a bajar la cabeza para morder una rama del buen pasto que tienen a sus piés. De esto y de otras particularidades hablaré con mas extension, cuando trate de la provincia del Paraguay.

67. No puedo omitir una lijera reflexión, que es decisiva y oportuna para el terreno de que hablo. Há como cien años que se despobló Xerezy otros lugares, de Españoles y de Indios que estaban en estos campos: con el descarrio de los dueños quedaron esparcidos algunos toros, vacas y caballos paciendo a su libertad, sin .que hubiese quien los sujetase a rodeo ni ciñese a determinado lugar. ¿Qué aumento no se debería esperar de ellos si el terreno fuese a proposito para crias? El multiplico que vemos en las pampas de Buenos Aires y en la banda opuesta donde el desorden que ha habido en las matanzas apénas ha sido capaz de consumirlas del todo, nos puede responder de su número; pero no quiero que fuese el procreo con este exceso, me contento de mucho ménos. Al cabo de cien años, sin haber quien matase alguno, ¿qué porción no deberíamos hallar? Pues en las corridas que dije ántes hacen anualmente los Guruguatines, apénas encuentran algún toro que comer: y aun saliendo expresamente a buscar ganado en la esperanza de una buena recogida a que Jes ha movido el hallazgo de uno u otro, se han vuelto sin encontrar aun los precisos para comer en pocos dias 60 u 80 hombres. Y nosotros en cuatro meses que anduvimos por estos caminos, registrando bosques y prados para nuestros fines, • no vimos uno: esto prueba indudablemente la poca proporción del terreno para crias.

68. Es cierto que los Indios Mbayas, que habitan las orillas del rio Paraguay, crian caballos y vacas, como ^e ve en el diario de la demarcación; mas en tan corta cantidad, que escasamente tienen los que necesitan para su uso, ni hay aquella porción que sea bastante a proveer otros países, y para largos viajes que los consuman y aniquilen. La prueba es, que estos Indios Mbayas vienen a hurtar á.los de Curuguatí los pocos caballos y ganado que logran, y no se expondrían a venir, con riesgo de sus vidas, a robar aquello de que abundasen. No sé si hácia Camapuan, en las tierras bajas por donde corre el Tacuarí, habrá los barreros o tierras salitrosas que necesitan estos animales para su aumento y conservación; y aunque los haya, no faltará la plaga de insectos que los arruina.

69. En el cuarto y último punto pide los parajes oportunos para contener a los Portugueses. Por lo que hasta aquí he dicho se ve que la provincia del Paraguay es la frontera, y digámoslo así, la guardia avanzada que tiene el rey para contener en esta parte las irrupciones que pueden hacer los Portugueses: por este caso es preciso que se lleve toda la atención y que se aprecie el mérito de su situación, para darle el fomento y resguardos que necesita, por cualquiera de los caminos enunciados en el punto primero que vengan los Portugueses, desde el Brasil u otro de los establecimientos que hoy tienen, o que pueden formar en adelante. Si vienen por el Paraná, ya sea por arriba, ya sea por abajo de su Salto Grande, ántes de llegar a las misiones de los Guaranis, que están a una y otra banda de él, han de llegar precisamente a Curuguatí u otros términos; y si pasan al rio Paraguay, ha de ser navegando por él que se introduzcan en nuestras poblaciones; por esto me parece reducir a dos los puntos para contenerlos, que son la villa de Curuguatí y la navegación del rio Paraguay.

70. La villa de Curuguatí es de nuestras poblaciones la que sale mas hácia la frontera; dista de ella, por la parte mas inmediata, que es el paso de Gatimí, treinta leguas, que nosotros anduvimos en seis dias. El camino es casi todo de bosques espesos, y por ahora único, aunque se pueden abrir otros, pero con bastante trabajo, por las espesuras y abundancia de las arboledas, y porque han de pasar por la cordillera de Maracayú, cuyo bosque causa mas embarazo que su aspereza. En las inmediaciones de la villa están esparcidos los que van a coger, tostar y moler la yerba llamada del Paraguay, que es de un uso tan extenso en las provincias del Rio de la Plata y Perú. Esta gente, a que dan el nombre de yerbateros por su ejercicio, se divide en cuadrillas, que van donde saben que hay mejores árboles, rozan el bosque y plantan la oficina para su trabajo; cada una de estas oficinas se puede reputar por una guardia avanzada y oculta. Son muchas los que hay al rededor de Curuguatí, y las que ménos se alejan, que son las que van al norte hácia la frontera, se extienden hasta la cordillera de Maracayú, distante como doce leguas de la villa, y pasarían adelante, si el temor de los Indios infieles que pueblan estos bosques no los contuviesen.

71. El segundo resguardo para contener a los Portugueses y embarazarles la introducción en las provincias del Paraguay, Rio de la Plata y Perú, consiste en impedirles la navegación del rio Paraguay, mas abajo del rio Ipané, que es la frontera, distante 50 leguas de la Asuncion, que cubre la boca de los dos rios navegables, el Pilcomayo y Bermejo, que bajan del Perú. Ya se sabe que el modo mejor de impedir la navegación en los rios es fortificar las angosturas por donde pasan, reducidos a estrecho cauce. El rio Paraguay, en el espacio comprendido entre la Asuncion y el Ipané-Guazií, tiene varios parajes en que el anchi? de su caual cae todo bajo del alcance de la artillería; y para contener a los Payaguas, hay hoy en dos sitios semejantes dos fuertecillos de estacas, el uno llamado el Castillo de Arecutacuá, diez o doce leguas al norte, y el otro llamado el de la Angostura, a igual distancia al sud de la Asuncion, con uno o dos cañones cada uno, muy mal servidos, y peor manejados. Pero como cualquiera entrada, ya de Portugueses, ya de Indios, se ha de hacer en canoas, objetos muy chicos para la bala rasa, y de difícil acierto por ser tan movibles, sería conveniente que no en una sola sino en las dos orillas se fortificase, manteniendo la comunicación por medio de embarcaciones bien armadas. Las buenas y várias calidades precisas para fortificar bien un paso, piden un exámen mas prolijo del terreno que el que yo pude hacer navegando; por esto no puedo señalar este o el otro sitio determinado: pero sé que hay diferentes, y que sería conveniente que el que se eligiese tuviera comunicación por tierra con las poblaciones de la provincia, y estuviese en paraje que asegurara la navegación, que en balsas y canoas hacen los que con la yerba bajan de Curuguatí por el rio de Xejuy al rio Paraguay, y por este a la Asuncion.

72. La colocación de fuertes en una y otra orilla del rio Paraguay, y la comunicación de estos por medio de embarcaciones bien armadas, cuya habilitación y armamento pudiera hacerse con grande comodidad en la capital, donde hay proporción de maderas, y la presencia del gobernador para reparar el descuido y abandono que con notable daño de los vecinos ha habido hasta ahora, puede producir el logro de varios fines. Iº El de contener a los Portugueses para que no se extiendan de los términos que les quedan por el tratado de límites; 2º el de reprimir y castigar la insolencia de los Payaguas, Indios los mas traidores, pérfidos y perjudiciales de cuantos hay en la América, de cuya dureza es una prueba real la tradición constante en la provincia, que desde la conquista y población de ella, no hay ejemplar de que alguno haya abrazado la religion cristiana. Estos, fiados en la segura retirada que rio arriba tienen en sus canoas, hacen y han hecho a los Españoles daños imponderables, y que no se pueden oir sin horror. Finalmente, se conseguiría el refrenar a los Indios del Chaco, que desde la banda occidental pasan a la opuesta, a nado, si los Payaguás no lo pasan en canoas, que es lo regular, y de robar los ganados y caballos con muerte de los desdichados ganaderos y otros pasajeros que encuentran en los caminos; repasando el rio, se hallan con seguridad.

Muchos de estos daños se evitarían si el uso del arma de fuego, a que tanto horror tiene el Indio, y a la que principalmente se debió la conquista del vasto imperio americano, tuviese mas extension. Pero el dolor es, que hay sobrada gente que la pueda manejar, y que el subido precio a que se vende una escopeta, y lo caro que cuesta la pólvora, hacen que absolutamente ignoran su manejo, y que sufran con daño los insultos de que se verían libres con proveerles de armas y municiones, y con ejercitarlos a tirar al blanco, en que ellos mismos se adiestrarían proponiendo cortos premios al mas industrioso, o haciendo punto de emulación el acierto. De esto hablaré largamente en la descripción de la provincia. ‘

73. He satisfecho, en el modo que me ha sido posible, a la orden de S. M. contenida en los cuatro puntos antecedentes. Concluiré esta respondiendo a las últimas expresiones de V. S., que a la letra dicen así: « Y supuesto que V. conocerá por la naturaleza de estas prevenciones el fin a que pueden mirar, y la mucha conveniencia que nos tendrá la adquisición de tales noticias, no me detengo en encargarle estrechamente el mayor cuidado en esto. »

74. El fin a que entiendo se dirigen estas sábias y prudentes prevenciones, es conocer la naturaleza-del comercio que pueden hacer los Portugueses, y medios de que puedan valerse para ejecutarlo. Atento a este fin, expondré a V. S. el juicio que he formado en virtud del conocimiento que tengo del país, y las noticias que he adquirido de lo que no pude por mí. El fundamento de mi juicio se vería claramente, supuesta la descripción de la provincia del Paraguay, sus producciones y frutos; y allí lo trataré con extension, contentándome por ahora en dar una breve idea de él.

75. Me parece excusado hablar del comercio de ropa, que por el rio Paraguay pueden hacer los Portugueses desde San Pablo, Cuyabá y Matogroso con la provincia, porque los embarazos, gastos y pérdidas inevitables que, hasta salir al rio Paraguay, originan en los transportes de los géneros de comercio que se llevan desde San Pablo, ya las distancias, y a los arrecifes y saltos de los rios Tiete, Pardo, Camapuan, etc., de que traté en los párrafos quince y diez y seis hasta su conclusion en el 21, hacen ver que el costo que en la Asuncion deben tener los efectos traidos por esta via, ha de ser tan crecido que con un 50 por % de ménos valor puedan comprar sus vecinos los que sin tanto riesgo ni gasto les van desde Buenos Aires. Ménos cuenta les tendrá el pasar con ellos a nuestras ciudades de Santa Fe y Buenos Aires: porque al mismo tiempo que en ellas disminuye el precio de los géneros de España, que de la última se llevan a las otras, se aumenta el costo de los que conduzcan los Portugueses, ya p.or la mayor distancia, ya por los riesgos de ser decomisados; no pudiendo tener pretexto legítimo para extenderse hasta ellas.

Mas infelices considero que serian las introducciones que intentasen hacer ellos en el Perú; pues, por cualquiera parte que se tome la distancia, es con exceso mayor, y el viaje por unos países despoblados y faltos de víveres, llenos de Indios enemigos, y expuestos a cada paso a los descaminos que les pueden hacer en los lugares nuestros por donde pasen, de los que solo podrán librarse corrompiendo con regalos a los que están encargados de su custodia: y esto recarga el precio en el género, tanto mas cuanto mas repetidos sean los pasos que deben dar; en que también se debe tener consideración con las dificultades e inconvenientes que en el retorno han de experimentar.

76. Excluido, por de ninguna ventaja para los Portugueses, el comercio por el rio Paraguay, resta examinar qué utilidad les produciría el que desde San Pablo, u otra de las poblaciones que tienen en la costa del mar, pudiesen hacer por el Paraná con las provincias del Paraguay; para esto pedia yo el conocimiento y noticia de la provincia.’ En ella, señor, viven sus naturales como nuestros primeros padres, entre quienes el uso del oro y de la plata era desconocido: no tienen metales algunos ni piedras preciosas, y aun la moneda que de otras partes se pudiera llevar no tiene curso. Su comercio todo se hace por permutación, dando cada uno a su vecino, de los frutos que le sobran, el compensativo de los que le faltan y necesitan. La yerba, tabaco, azúcar, algodón y madera, y en especial los dos primeros, son los que sirven de moneda para pagar los géneros de vestir que se llevan de Buenos Aires: en que tienen la mayor parte los pañetes y bayetas de la tierra cuyo precio acomoda mejor a su pobreza que el de la ropa de Castilla, aunque la abundancia que en los últimos años ha habido de esta, ha hecho se lleve en mayor cantidad: suplen muchos a sus necesidades con los tejidos de algodón que trabajan las mujeres del país. Todos los frutos que acabo de decir se producen en este, los da con notable, liberal y abundante mano toda la tierra del Brasil, que en ella son despreciables; y cuando no sean mas, por lo ménos tan baratos como en la provincia. ¿ Pues qué será lo que a esta distancia vengan ábuscar?

77. ¿ Podría ser la extracción de muías y caballos de que necesitan para sus minas generales ? — Pero este género no es nada abundante en la provincia, donde faltan aun los precisos para el trabajo de la yerba, y se proveen de mulas en las Misiones Guaranis, que están al sur de Tebicuary, y los caballos los llevan de la ciudad de Corriéntes. Pudieran de las mismas partes sacarlos para venderlos a los Portugueses; mas para llegar a Curuguatí o sus términos, por donde precisamente han de pasar, tienen que andar ciento y mas leguas, desde allí lian de atravesar los campos de Xerez hasta el paraje que hallen oportuno para pasar a nado el Paraná, y de aquí conducirlos basta las poblaciones donde tengan necesidad de ellos. Y es de notar que en todo este tránsito, a excepción de las primeras leguas, han de padecer las plagas que tanto arruinan a estos animales, y de que hice mención en los párrafos 6o y 66.

No me detengo en ponderar los gastos y pérdida de tiempo que pide una conducción como esta, porque lo dicho basta para hacer ver que aun esta ventaja no puede ser grande.

78. Otro efecto que podrán los Portugueses venir a buscar a Ia provincia, es la sal. En todo el Brasil es esta muy escasa y muy rara, porque se trae desde Lisboa, y es uno de los géneros sobre que hay mas fuerte prohibición. Los Portugueses que vinieron de Cuyabá al Jaurú con víveres para su partida, nos ponderaban lo caro de ella, y solicitaban comprarla ábuen precio de oro a nuestros marineros. Por el contrario en la provincia es muy abundante; se hace muy rica en toda ella, y su extracción no es perjudicial a los intereses del rey, ni del comercio de estas provincias a donde no se trae.

79. Es cierto que las ropas traídas desde San Pablo, por el Tiete y Paraná al paso de Gatimí, y de estos conducidos por tierra a Curuguatí y a la Asuncion, tendrán a los Portugueses ménos costos que habiéndolas de pasar al rio Paraguay; pero si se hace el cotejo de las pérdidas que los arrecifes de aquellos rios causan y gastos que ocasionan las conducciones a lomo, con la facilidad con que desde Cádiz se traen los géneros a Buenos Aires, y de esta se llevan a la Asuncion por agua, se verá claramente que debe ser muy poca la diferencia que puede haber de precios, y tal vez quedará la ventaja de nuestra parte. a que se añade, que los vecinos del Paraguay hacen los cambios, de los que van de Buenos Aires, por los varios frutos que produce abundantemente su país; y los que hiciesen con los Portugueses, habían de ser precisamente con mulas y caballos, de que tienen escasez. No me persuado que les tuviese cuenta a los vecinos del Paraguay el vender en Buenos Aires sus frutos y retirar su producto en dinero, para con este comerciar con los Portugueses, así por la poca diferencia que he notado habría en los precios, como porque, a cambio de géneros, logran vender en Buenos Aires prontamente y con mas utilidad sus frutos; los que no conseguirían a dinero contante, ántes sí les retardarían las ventas con daño de sus casas y se los pagarían a menor precio.

80. Daré fin a esta respuesta, exponiendo una ventaja que considero puede resultar a la provincia y al erario real de la venida de los Portugueses a ella. Esta consiste en el oro que le pueda entrar de Cuyabá, Matogroso y aun de minas generales, porque muchos mineros, huyendo de pagar los quince reales, que les son muy pesados y se exigen con una exactitud rigurosa, pueden distraerlo a nuestros dominios, teniendo proporción y facilidad para hacerlo. No se ha escondido este daño a los mismos Portugueses, que han manifestado ya el temor de que suceda: y a la verdad que, para una provincia tan pobre como la del Paraguay, donde he dicho que no hay metales ni corre la moneda, sería un riego fecundísimo el que le entrase, y el erario de S. M. crecería en derechos que de él le viniesen.

Este es el juicio que he formado, del comercio que podrían hacer los Portugueses con la provincia del Paraguay, fundado en la noticia del estado actual de ella y de los embarazos que ocurren a su navegación. No sé si con mejor conocimiento del país podrán en adelante tomar medidas mas oportunas para vencer las dificultades que he advertido, o las que me podrán oponer la vigilancia de los que gobiernan las provincias y su amor al real servicio. Yo por mi parte he procurado ponertoda la atención de que he sido capaz, a fin de cumplir con exactitud las órdenes de S. M., y poder al mismo tiempo satisfacer a los preceptos de V. S., cuyo notorio celo e incesante aplicación al desempeño de la real confianza son bien conocidos. No sé si he logrado el acierto, pero reciba V. S. mis deseos.

Nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. — Buenos Aires, 14 de agosto de 1756. — B. L. M. de V. S. su mas afectísimo, seguro servidor.

Manuel Antonio de Flores.

Señor marquez de Valdelirios.

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